EL NGUILLATÚN
En el recinto destinado al Nguillatún plantaban una gran rama de Canelo -el árbol sagrado de los mapuches- y otra de Maqui, amarradas a un tronco semejante a una escala, el Rehu. A los pies del Rehue colocaban corderos, pan y chicha de maíz en cántaros.
Las rogativas las pronunciaban unos ancianos prestigiosos al mismo tiempo que ofrecían la sangre de los corderos recién sacrificados. Inmediatamente toda la concurrencia empezaba a dar vueltas en torno al Rehue, cantando y bailando al son de sus instrumentos musicales poseídos de una frenética excitación. La escena culminaba con la subida de la Machi al Rehue, donde, en actitud arrobada, imploraba a los espíritus los deseos de la multitud.
Hoy en día se realizan Nguillatunes pero no se nombra al Pillán (ser maligno).
El Nguillatún es ofrecido al creador supremo, el Dios que ellos llaman Nguenechén.