Juegos chilenos

JUEGOS CHILENOS

 

La Carrera a la chilena

Para los campesinos ni la fonda, ni la chicha, ni tampoco la empanada son suficientes para que una verdadera celebración de Fiestas Patrias esté completa. Pero si a estos típicos ingredientes se incluyen las competencias de "carreras en pelo" o "a la chilena", las festividades serán un éxito total.

Mujeres y niños montan en "anca" para acercarse a ver a los valientes hombres que correrán los caballos a "capela", es decir, sin montura, sin estribos, sin espuelas y sólo agarrados de las crines, hasta llegar a la meta. El espectáculo concita apuestas, comilonas y cuecas que son imperdibles en cualquier evento típicamente criollo.

 

El Tejo

 

Cuando los araucanos conocieron este juego popular de procedencia española lo bautizaron como tecun (tejos). De ahí que se siguió nombrando así, aunque en muchas partes se le conoce también como "la rayuela".

Este pasatiempo se realiza con fanatismo en las zonas rurales y se ha convertido en el protagonista de muchas festividades criollas.

El juego consiste en tirar estas piezas circulares de plomo o bronce de modo que caigan sobre una raya representada en el suelo por una cuerda tensa o un lienzo. Los tejos que efectivamente caigan sobre esa raya tienen ventaja por sobre los otros fuera. Se participa de a parejas o se arman equipos.

 

La cancha se prepara especialmente. Un rectángulo de barro es la zona de juego. Este debe medir alrededor de 90 cms. de ancho por 50 cms. de largo. Los bordes se marcan con maderos y antes de cada juego se verifica que el terreno esté lo suficientemente plano y húmedo como para dar buena acogida a los tejos.

Previo al tiro, los jugadores toman una distancia de entre 18 y 25 pasos y luego lanzan los pesos tratando de que caiga en la mejor ubicación posible.

 

El Volantín

 

La llegada de la primavera impregna a las personas, los paisajes y hasta al cielo de color y alegría. Empieza a hacer calorcito y usamos ropas más coloridas y livianas; las flores vuelven a dar vida y a aromatizar el ambiente; y nuestro cielo da la bienvenida a la llegada de miles de volantines de distintos colores, formas y tamaños que inician su temporada de juego.

Y es que septiembre es el mes ideal para encumbrar a estos personajes de papel, pues el viento de primavera es ideal para las piruetas y danzas aéreas.

El origen del volantín se atribuye a un general chino de nombre Han Sin, en el año 200 antes de Cristo, y su difusión fue tan popular en oriente que el calendario chino le dedicó el noveno mes del año.

En Europa, la cometa ya era conocida en el siglo XVII y su aparición en Chile data de mediados del siglo XVIII. Su llegada conquistó a tantos seguidores, que se convirtió en el protagonista de muchas fiestas, juegos, competencias, reuniones y jaranas.

Pero su presencia también causó disturbios y peleas. De hecho, en 1795 se dictó una orden que condenaba a seis días de prisión a todo "malvado" que causara daños como consecuencia de la encumbrada de un volantín. Esta medida se tuvo que adoptar porque fueron demasiados los peatones que sufrieron el golpe de una teja por culpa de las piruetas de un volantín.

Pese a esto, la presencia del volantín se hizo indispensable en la celebración de las Fiestas Patrias y en las famosas competencias de corridas de volantines. Estas últimas consisten en la lucha de dos o más figuras de papel en el cielo, que buscan eliminarse unas a otras por medio del roce violento del hilo curado. Esta “arma” es consecuencia de la mezcla de vidrio molido con pegatina en el hilo que encumbra al volantín y que es capaz de cortar los hilos enemigos.

Con los años, se prohibió el uso del hilo curado y los volantines se dedicaron a cubrir los cielos con fines lúdicos y no competitivos estando en manos, principalmente de los niños.

 

Sin embargo, y pese a todas las campañas de prevención y advertencia en contra del hilo curado, persisten hoy en día algunos fanáticos que lo siguen usando causando daños a los menores. Son numerosos los niños que han sufrido cortes y heridas producto de ese peligroso material.

Actualmente, el volantín ha experimentado las innovaciones de la modernidad, ya que sus variedades se presentan en papel, plástico y con sofisticados sistemas de manejo que posibilitan dirigirlo con dos manos.

 

La Rayuela

 

Luche, Mariola, Reina Mora, Coxcojilla e Infernáculo son otros nombres con que se conoce al popular juego de "La Rayuela" en nuestro país. Es un pasatiempo que se juega desde la época de la Colonia y su origen se atribuye a la creatividad y espiritualidad de un monje español.

Se hace referencia al aspecto espiritual porque este juego, que puede ser considerado como bastante simple en su forma, esconde una lectura y significación bastante profundas. Se cuenta que el monje quiso representar toda la trayectoria del hombre, desde su nacimiento hasta más allá del paso por la muerte, en los distintos niveles del juego.

¿Cómo se juega?
En el suelo se dibuja una plataforma con diversas categorías. La partida es cuando el jugador tira un tejo en la primera división trazada en el suelo. Luego, debe saltar en un pie hacia dicha categoría, recoger el tejo (siempre en un pie) y volver hacia la partida.

Se vuelve a lanzar el tejo hacia la siguiente división y nuevamente se va por él, saltando en un pie. Y así sucesivamente, hasta llegar al último casillero. Ojo, que siempre se debe tener cuidado de que el tejo no caiga en las líneas de marcación de las categorías y tampoco debe pisarlas el que va en busca de él, porque esto significa retroceder un nivel en el juego.

Existen varias modalidades de juego:

La Chilena:
Se compone de trazos de líneas rectas en el suelo que incluyen dos casilleros de descanso y uno de corona.
La Alemana:
Sus trazos son rectos y también curvos, por lo que aumenta el grado de dificultad, aunque presenta más descansos.
La de Caracol:
Es la más compleja, ya que sus casilleros se organizan en forma de espiral, son curvos y no considera ningún descanso.

 


El Luche:
Es el protagonista de los juegos infantiles a la hora del recreo. Pese a que sufrido algunas modificaciones, el "luche clásico" es aquel que tiene tres casilleros numerados del 1 al 3 y otro con la D de descanso. Incluye también los triángulos, llamados campanas, el infierno y luego el cielo. Esta representación, dibujada antiguamente con carbón y hoy con tiza, es la que hace alusión a la espiritualidad que su monje creador quería entregarle. Puesto que sus divisiones simbolizan las distintas etapas de la Vida del hombre: las tres primeras aluden a la infancia, la juventud y la madurez alcanzada por el hombre. El descanso representa la llegada de la vejez y finalmente, las campanas aluden a la muerte y salvación del hombre.

 

 

El Trompo

 

De un cuerpo cónico de madera, una púa de metal en la punta y una cuerda que se enrolla en dicha púa se compone el trompo, figura que ha sido protagonista de muchas horas de entretención y festividades en la vida criolla. Girar, bailar y hacer piruetas en el suelo es la misión de esta figura, que una vez lanzada por su dueño, debe enfrentarse a las amenazas de sus contrincantes que intentarán derribarlo.

El origen del trompo es muy antiguo. Ya es citado en la literatura de Virgilio en su obra “Eneida” y algunos poetas romanos confesaban que tenían más afición al trompo que a los estudios.

Inicialmente en Chile, los trompos se hacían de madera de espino con el fin de que fueran muy resistentes para soportar los “quiños” o golpes que reciben de sus adversarios. Hoy se han masificado y su fabricación se hace con diferentes tipos de maderas y también se les ve de múltiples colores.

Hay muchas maneras de divertirse con el trompo y entre ellas se encuentra la modalidad de hacerlo bailar y luego, con ayuda de la cuerda, subirlo en forma de “copita” hacia la mano para que termine su danza en ella. De esta variedad surgieron los siguientes términos: Trompo “sedita”: es el que se siente suavecito cuando baila en la mano. El otro es el trompo “cucarro” que por tener la púa torcida o desnivelada baila ásperamente sobre la mano.

Las cuerdas se conocen en Chile con diferentes nombres: guaraca, soga, soguilla, cochaillo, lienza.

 

El Emboque

 

El emboque es un clásico de los juegos infantiles criollos. Muchas horas habrán pasado los niños y jóvenes chilenos tratando de meter un palito al orificio del cuerpo de madera con forma de campana que corresponde al emboque. Para este juego la paciencia y la perseverancia, además del buen pulso, son requisitos fundamentales.

Con una mano se sostiene el palito del que por un cordón cuelga boca abajo el emboque.

Luego se debe alzar el cuerpo de madera al aire y tratar de que se inserte el palito. Gana quien logra mayor cantidad de emboques seguidos. Existen diferentes maneras de embocar y se reconocen con los siguientes nombres: simple, doble, vertical, mariquita, puñalada, purtiña o dominio del revés. Es un pasatiempo típico en la vida de los campesinos y entretiene tanto a chicos como a grandes.

 

El palo ensebado

 

Junto con los volantines y las carreras a la chilena, el palo ensebado es un típico juego criollo que es protagonista durante la celebración de las Fiestas Patrias. Aunque es un pasatiempo que se originó en la ciudad italiana de Nápoles en el siglo XVI, es una costumbre que está muy arraigada en nuestras latitudes y en nuestras festividades.

En esta competencia puede participar cualquier macho que tenga ganas de trepar una vara de alrededor de 5 metros de alto hasta su cima, donde podrá recoger el premio que allí lo espera.

 

El problema es que la vara es embetunada con grasa para dificultar su ascenso. El efecto de ésta hace que el palo sea absolutamente resbaladizo y haya que hacer mucha más fuerza para poder mantenerse y trepar en él. Incluso, hombres que aparentan ser muy “fortachones” no logran llegar ni a la mitad de la cima y se quedan largos minutos tratando de mantenerse para no seguir resbalando hasta el suelo.

 

Las Peleas de gallos

 

Desde la época del Chile colonial las luchas de gallos fueron las protagonistas de muchos espectáculos que atrajeron la presencia, la entretención y por qué no decirlo también, las apuestas de muchos campesinos.

Pese a que actualmente están prohibidas, estos encuentros aún se pueden ver en algunas localidades sureñas. Y es que las riñas de gallos fueron en Chile ampliamente difundidas, muy populares y se constituyeron como parte importante de ciertos ritos en algunas festividades.

Tal como su nombre lo explica, la pelea de gallos consiste en la lucha entre dos aves, de las cuales una se tenía que imponer sobre la otra. Las causales de cansancio, tabla, muerte o abandono definían los resultados del combate. Este se llevaba a cabo en el reñidero, que es un círculo de 3,40 metros cuarenta de diámetro por 0,80 de alto. El centro de este "circo" está cubierto con ripio o con una especie de alfombra y sus paredes son de esterilla.

Los galleros son aquellos que preparaban y "entrenaban" a sus aves para la contienda. Bajo su responsabilidad se encontraba el control del peso, las pruebas y ejercicios de resistencia y las curaciones de las posibles heridas que presentaran.

Altas, fuertes y tensionantes eran las múltiples apuestas que se hacían en torno a estas competencias. Vasta fue también la jerga que se creó a propósito de estos eventos:

Puñada: golpe que da el gallo durante la pelea.
Careo: incitar la contienda, provocando a las aves frente a frente.
Tabla: encuentro en el que ninguno de los dos obtiene ventaja.
Púas, puones o espolones: estacas de plata o acero que se ponen en las patas de los gallos.
Tapada: cuando las condiciones de peso y calidad de los contrincantes se dan a conocer recién al momento en que entran a la cancha.
Además de los apelativos propios al espectáculo surgieron muchos refranes que se usan en la vida cotidiana. Como por ejemplo, "En la cancha se ven los gallos", "Engallarse", "Ser muy gallo", "en menos que canta un gallo", Entre gallos y medianoche", "Otro gallo nos cantaría", entre otras.