Evangelización en Chiloé

Los pilares de la Evangelización en Chiloé

La evangelización en estos archipiélagos aparece como una de las más efectivas del continente. A fines del s. XVIII el colegio Santa Rosa de Ocopa [Perú] atendía a 104 pueblos de misiones, 83 de los cuales estaban en Chiloé .

Los primeros sacerdotes llegan con los conquistadores que se establecen en Castro en 1567, pero las misiones recién empiezan cuando la Compañía de Jesús destina a Melchior Venegas [chileno] y a Joan Baptista Ferrofino [milanés], quienes vienen a ‘tantear’ la disposición espiritual de los nativos insulares en 1608 , pero rápidamente incursionan entre los chono y los veliche para su conversión.

Los jesuitas desarrollan un sistema de recorrido por las islas denominado ‘Misión Circular’, uno de cuyos asientos lo establecieron en Chequián, al extremo de la isla Quinchao. En estos lugares se recogían durante el invierno y en las estaciones restantes atendían el archipiélago adyacente y las islas de más al sur.

Jesuitas y luego franciscanos, construyeron estructuras, en el tiempo, que les permitirían desarrollar una iglesia local. Estos pilares básicos, plenamente vigentes, son:

-Las Iglesias que en un principio son pajizas, como cruces testimoniales van indicando en la geografía los sitios de la evangelización. Estas casitas demarcarán, además, el centro de cada isla o localidad.

-Las Fiestas Patronales o de Supremos que reemplazan socialmente a la religiosidad india, al generar el encuentro y la convivencia de la comunidad. Integran aquí componentes básicos de las culturas locales, como es la rogativa mística y la festiva, con sus divertimientos y estéticas propias.

-La Imaginería, las oraciones, los cánticos, la música, el teatro y los ceremoniales de gran dramatismo y dogmatismo, forman parte de las estrategias de ‘propagación de la fe’ [Propaganda Fide]. La imagen santa y su celebración va a establecerse como el logotipo y orgullo de cada comunidad.

-El Fiscal, llamado inicialmente amomaricamañ, será el personaje central de este proceso. El misionero, con esta ‘evangelización a la posta’, como despectivamente se le llamó en su tiempo, no habría tenido resultados como los señalados si este seglar indio no hubiera sostenido él solo, durante 360 días al año, la atención de su iglesia. La acción de este diácono permitirá, del mismo modo, sincretizar la religiosidad de ambos mundos y darle un contenido fuertemente local, sin dañar la esencia del cristianismo.

 

El contexto humano y geográfico

La costa oriental de la Isla Grande es de suaves lomajes que descienden hasta el mar y forman playas. La fuerza del Pacífico y su rugido del noroeste es detenida por la Cordillera de la Costa que como un lomo de alerces y cipreses se interpone en murallón de defensa. Se encierra así el archipiélago en una suerte de Mediterráneo, mucho más tranquilo y el clima más benigno que la costa occidental.

Así lo apreciaron los primeros seres humanos que llegaron hasta aquí hace diez mil o más años. Ellos usaron los canales como verdaderas carreteras marítimas para su desplazamiento y las playas y mares han sido desde entonces la base del sustento del isleño.

Los indios veliche construyeron sus rucas en la costa, mirando hacia el este, hacia el sol, fuente y dispensador de la vida. El oeste es, en cambio, donde el sol muere tragado por las aguas; es el sitio de la muerte. Sólo existe un poblado en la costa del Pacífico: Cucao.

Los españoles reforzaron esta idea de poblamiento y hasta hace medio siglo casi no había habitantes al interior de la isla.

Los antiguos pobladores de esta comarca eran indios veliche y chono. Los veliche eran de origen mapuche que practicaban tradiciones propias de esa etnia, es decir, era gente que cultivaba la papa y algunos cereales y domesticaban una llama -el hueque- de donde extraían la lana para sus tejidos; además recolectaban algas, mariscos y pescaban. Los chono, en cambio, eran nómades del mar. Con sus dalcas o botes de tres tablas, cosidas entre si con soguillas vegetales, surcaban estos canales con la maestría de jinetes marinos.

Estos primeros pueblos dan nombre a los bosques, a las cosas de la tierra y las del mar, y a los lugares que ahora nosotros habitamos. Sus descendientes, especialmente veliche, constituyen la población preponderante de nuestro archipiélago y son los verdaderos herederos de ese pasado.

 

La Iglesia de Santa María de Achao

La imagen que hoy tenemos de las iglesias chilotas tiene que ver con un gran volumen de madera, con una fachada que se eleva en una o varias torres; todo esto frente a una explanada o plaza. Interiormente este caserón se distribuye en tres naves, siendo la central generalmente de cielo curvo.

Sin embargo, en cada una de las más de 400 iglesias del archipiélago, se presenta la variable que la hace ser única.

La iglesia de Achao testimonia el gran desarrollo que alcanzó la arquitectura religiosa en Chiloé, cuando el orgullo de las comunidades residía en las dimensiones y prestancia de sus iglesias, generalmente asociada a la popularidad de sus fiestas patronales.

 

La más antigua capilla hoy existente desde el punto de vista de su torre fachada es la iglesia de Nuestra Señora de Gracia de Quinchao. La iglesia de Achao es la más antigua en su cascarón que sería el mismo originario, salvo las reparaciones que se le han venido haciendo, pero su torre es posterior a 1876 cuando "se mandó a demoler" para construir otra "en todo conforme a la de la capilla nueva de Quinchao con la sola diferencia que esta tiene mayor elevación". No sabemos si esta torre fue la originaria que en 1788 se describía como: "una iglesia con 4 torres, 2 campanas, 1 grande (quebrada) y la otra mediana con 7 altares".

La iglesia será reparada e intervenida en su modelo original, en diversas oportunidades, siendo la más importante el cambio de torre. Desde entonces se suceden diversos trabajos tendientes a restaurar el viejo caserón . A mediados de la década del 60 se inicia un importante proceso que recupera parte de la ornamentación perdida a través de los siglos y que, luego de múltiples interrupciones por falta de presupuesto, hoy es continuada con la reparación de columnas y otros aspectos estructurales que hacían peligrar su estabilidad.

La iglesia es declarada Monumento Histórico el 6 de julio de 1951.

La iglesia por fuera y por dentro

Respecto a los modelos que inspiraron a los constructores de este y otros templos chilotes no existe una explicación única y satisfactoria. Similares soluciones arquitectónicas se hallan al sur de Alemania, en Polonia, en Croacia. El volumen de planta basilical organizado en tres naves, con techo de dos aguas, se encuentra en las otras misiones jesuíticas de Paraguay, Bolivia y Perú; sin embargo, la torre-fachada que distingue a nuestras iglesias chilotas está ausente en esos lugares.

Esta iglesia es característica del modelo misional que desarrollaron primero los jesuitas -quienes permanecieron hasta 1767- y que dieron continuidad los franciscanos de Ocopa (Perú) que los reemplazaron a partir de 1771.

"Es una bella iglesia de madera de tres naves con columnas toda de una pieza", escribe uno de estos misioneros franciscanos refiriéndose a la iglesia Santa María.

Al parecer durante el periodo jesuita se consolidó la planta basilical de tres naves y corredores laterales, durante el proceso constructivo de las capillas en los tiempos de los franciscanos va a desarrollarse el motivo de la torre-fachada. Se distingue un primer periodo donde coexisten iglesias que tienen una torre con otras que tienen dos.

La torre-fachada se enfrenta a una plaza o explanada. Se compone de un pórtico (que sirve de ingreso y de antesala), un hastial o frontón y la torre propiamente tal. Es aquí en este volumen donde se centra la diversidad, el toque local, que cada iglesia posee. Se combinan altitudes y volúmenes diferentes para las torres. Esta relación y la disposición de las columnas y arcos del pórtico construyen el rostro de una iglesia.

En Achao "el hastial se proyecta y conforma un solo elemento con el primer tambor de la torre y las 4 ventanas, que rematan en arco, se ubican simétricamente conformando su única ornamentación. " La torre, al igual que Quinchao, es de dos cuerpos. Contrasta, por su sobriedad, con el barroco lúdico del interior, construido al menos un siglo antes. Para el arquitecto Gabriel Guarda "La fachada se incluye en un diagrama previo de proporciones matemáticas. " donde se aplican cuadrados, círculos y secciones aúreas.

Las torres descansan sobre un dado de planta cuadrada que se inserta en el vértice de las aguas de la techumbre. De allí se pasa a otro octogonal y así se van superponiendo alternadamente y disminuyendo su volumen hasta un máximo de tres cuerpos, conocidos aquí como cañas o almas.

Iglesia principalmente de ciprés, alerce, tepa y mañío. Pisos enrajados o labrados a azuela. Uso del tarugo de madera en ausencia del clavo.
La bóveda corresponde a cinco arcos muy rebajados que la seccionan en otros tantos canales prolijamente adornados. Se pegan a este cielo perfiles de madera recortada, que alternan con un jardín barroco de rosetones, estrellas y formas talladas que se van repitiendo en los altares, muros y púlpito. Los altares, en especial los del fondo, desarrollan con maestría esta eclosión de colores y figuras, con columnas salomónicas y aplicaciones vegetales y cortinajes, creando la escenografía apropiada para los retablos de las imágenes devocionales. La Virgen de Loreto, al centro.

Los pilares, de una pieza cuadrada se apoyan en una piedra sin labrar. Estas piezas han sido revestidas posteriormente mediante un forro tubular o embarrilado. La parte superior de estas columnas sustentan vigas costaneras que sostienen la estructura del techo y de la bóveda. El espacio entre columnas se aprovecha para ornamentar con arcos de medio punto provistos de frisos y cornisas.

Esta iglesia representa un trozo de la evangelización en este continente. Junto a la de Quinchao son los más antiguos fragmentos de una historia que determinó aspectos fundamentales de nuestra idiosincracia.

 

La fiesta de Caguach: Orígenes según la tradición

Así como la iglesia de Achao es el templo patrimonial por excelencia de Chiloé, la fiesta religiosa más significativa de la región es la del Nazareno de Caguach que se celebra la última semana de agosto y, desde 1978, durante el tercer fin de semana de enero.

Fray Hilario y el fiscal andaban por el campo. El monte conversa: el viento saca acordes de los árboles, los chucaos dejan de manifiesto su malestar. Entonces el balido como de un cabrito en la espesura.

 


--Parece un chivito nuevo, dijo el ayudante.

Fueron a verlo y se encontraron con una guagua que estaba desconsolada entre las matas. Fray Hilario se sacó el hábito y la envolvió. Era una criatura hermosa. La llevó para su casa y la crecería como a la hija que nunca tuvo.

La niñita llenaba la soledad del sacerdote, apartado de su mundo y de los suyos. Un día la niña no apareció.

--Lo escondieron los indígenos que tienen algún estudio -que son brujos- agregó el fiscal, bajando la voz.

La buscaron por cielo y tierra, pero no dejó ni un rastro. A los días la encontraron muerta en una pesebrera. Entonces empezó a habilitar sus cosas para irse de ese sitio que tanto agravio le había hecho.

Don Basilio Peranchiguay, de la islita Teuquelín, que acostumbraba a moler su trigo en la costa, aprovechó de pasar a saludar al cura Martínez, con quien se llevaba muy bien.

--A cuentas ya no estoy en Tenaún, le confidenció el sacerdote. Apenas tenga una oportunidad me largo a otro lado.

--¿Y por qué no se viene con nosotros?, le invitó el isleño.

--Yo llegaría prácticamente con lo puesto. El camarico que ustedes me dan no ha sido muy abundante que digamos. Tampoco disponen de casermita y las iglesias son todas pajizas, como en tiempos de los Padres de la Compañía.

--Usted tiene un tesoro muy grande que a mis hermanos de las islas les atrae mucho. Especialmente esa imagen del Nazareno. Yo estoy seguro que podemos reunirnos las capillas más cercanas y juntar los abastos para que se instale junto a nosotros y, estoy seguro, nada le va a faltar.

--Lo voy a pensar un poco. Pensaba irme de Chiloé, hacer valer la "Ley del Decenio", que nos permite incluso volver a España. Pero me gusta esta tierra, a pesar de los bárbaros que todavía se encuentran de vez en cuando.

Pero Fray Hilario decidió volver a probar entre estas gentes sencillas y, a veces, muy extrañas. Llevaban un silencio adentro que los hacía distantes y, a la vez, frágiles. Un silencio que atemorizaba como la oscuridad.

Una mañana, al alba, llegaron varias piraguas a Tenaún. Unos aguardaron en la playa mientras los otros se adelantaban a buscar al Padre Hilario. Este los esperaba con su equipaje.

--Ahora vamos por las imágenes, dijo Peranchiguay que hacía de líder. Y partieron a la iglesia que estaba al lado de la casermita.

Estaban bajando de su nicho al Divino Jesús Nazareno, una escultura imponente de dos varas de alto, con tres potencias de plata, pelo natural, una cruz a cuestas y un manto morado, cuando se abre de par en par la puerta de la iglesia y aparece el fiscal todavía fajándose los pantalones y preguntando a voz en cuello:

--¡Qué sacrilegio es este Patiru! ¡Nos roban nuestros santos y Usted no dice nada!

--Hijo mío, le dice el sacerdote, tranquilizándolo, yo me voy de este pueblo. Tu gente no se merece la presencia del Señor.

Entonces el fiscal corre hasta el pórtico donde está el cordel de la campana y comienza a jalar de ella, una y otra vez, hasta que los isleños lo reducen y tratan de golpearlo.

El Patiru se acerca a él y lo consuela. El indio refunfuña, se ovilla en el suelo y se pierde en ese silencio cósmico, que aterra a Fray Hilario.

Tratan de salir con rapidez de la iglesia de Tenaún, antes que lleguen los vecinos. Sólo un par de casas alrededor de la capilla. Pero aún así ya se aproximan siluetas hacia la playa y el fiscal les vocea en lengua nativa. De pronto un fogonazo ilumina el amanecer y al ruido del disparo suena como un cañonazo en ese silencio. Los treles se alborotan y revolotean coléricos. Las siluetas se pierden en las sombras, pero sus voces se dejan sentir, insultando a los intrusos. El cura corre hacia el bote y un isleño explica con sorna:

--Pasamos a buscar esta arma a Quenac. El disparo lo hice al aire, pero igual se escondieron en el monte, como alma que lleva el Diablo. Llevaban las siguientes imágenes: el Nazareno, la Virgen de Gracia, la Purísima, la del Rosario, un Señor Crucificado y un Seráfico San Francisco.

Las piraguas salieron como lanzaderas en dirección a las islas. Las primeras luces del sol otoñal iluminó la gente que, en mayor número, se congregaba pisando el mar. Sus murmullos se confundían con el ruido de las toleteras y de las aguas.

--¿Y para adónde vamos?, le pregunta Fray Hilario a Peranchiguay.

--Primero a mi isla. A Teuquelín, Padre. Ahí haremos una junta. Yo puedo guardar las imágenes mientras se habilita un sitio definitivo para el Nazareno que será el Santo Patrono de la hermandad que hemos hecho las islas de Alao, Apiao, Tac, Chaulinec y Caguach.

--¿Y dónde creen ustedes que va a quedar el Nazareno y, por lo tanto, mi residencia? ¿Llegarán a acuerdo sobre eso?

--Ya tomamos ese acuerdo. Ahora depende de su parecer.

--¿Y qué sitio es ese?

--Cuando navegabamos a Tenaún hicimos una carrera. El que tirara la soga primero, esa isla se quedaba con el Cristo. Nuestra piragua fue la ganadora.

--Entonces Teuquelín es el sitio.

--No Padre. La gente que viaja en esta embarcación son todos de Caguach; mi isla no tiene más gente que mi familia. Nuestra capilla es la de Caguach.

--Así que Caguach será el asiento definitivo de la efigie, como yo se los he prometido.

En los días sucesivos se fueron diseñando las cosas. Reunió a los Cinco Pueblos y celebró su primera misa, en el centro de Caguach, sobre una piedra granítica. En esas aras da inicio a un culto que lo proyecta "hasta el fin de los siglos", como más tarde lo inscribiera de su puño y letra.

Los Cinco Pueblos empezaron a cumplir con su pastor. Llegaban con sus dalcas cargadas de madera, de animales, de alimentos, de tejidos. Después de un tiempo pudo contabilizar:
 

 

-150 chiguas de trigo.
-600 chiguas de papas.
-50 chiguas de cebada.
-25 chiguas de habas.
-32 jamones.
-3 botijas de manteca.
-300 gallinas.
-19 pavos.
-30 chiguas de arvejas.
 

- 40 botijas de chicha.
-10 ponchos.
-12 carros balleta.
-103 varas de balletones listados.
-53 sabanillas.
-100 manteles de lino.
-8. 000 tablas de alerce.
-110 corderos.
 

-50 ovejas.
-35 cabritos.
-12 bordillos.
-5 camas balletas.
-5 caballos.
-500 tablas de laurel.
-1. 000 guillones de luma.
-1. 500 tablones de alerce -10 vacas
 

 


Y se construyó "una iglesia de 30 varas de largo por 15 de ancho y tres varas de paredes y una casa de 14 varas de largo, por 9 de ancho, con buena comodidad, para el servicio de los sacerdotes o personas eclesiásticas. "

Con estas especies se instaló en las islas. Y puso sobre el archipiélago al "Dios de Cahuachi". El 10 de mayo de 1778 se levanta un acta que testimonia el traslado definitivo de la efigie al sitio que ocupará "hasta el fin de los siglos".

Lo firman: los "señores alcaldes y caciques de la cabecera de Caguachi, don Pablo Guachín y don Manuel Unquén" y Fray Hilario Martínez.

Fray Hilario dejó sembrada una semilla cuyo fruto no alcanzó a conocer porque salió de Chiloé en 1783. El 2 de enero de 1784 escribe, ya desafiliado de Ocopa, desde un convento de Valparaíso, solicitando se le apoye para hacer expediciones a Tahiti, Guayaneco y Cabo de Hornos, tras los Césares. Había sido contagiado con el espíritu aventurero de la conquista.

 

       

 

De las encomiendas a las salmoneras

Unas 150 lanchas llegan a Caguach cada año. Veloces y modernas algunas, otras todavía visten las fibras de la tradición. En la Población 18 de Punta Arenas 20 mil chilotes pasean a una réplica del Nazareno de Caguach, el mismo día y a la misma hora que sucede la procesión central en Chiloé. Hacen lo mismo los chilotes de Natales y Porvenir.

 

Es el Dios de los chilotes. Los identifica en lo religioso, pero es también un símbolo cultural e histórico. Se vino abajo la conquista española; nacen y mueren gobiernos republicanos; las generaciones florecen y se marchitan; aparece la radio, el televisor y quizás cuantas cosas más. . . El Nazareno es el testigo de los tiempos; el que conoce a los isleños que han sido hijos- padres-abuelos-tatarabuelos. . .

"En los primeros tiempos -cuenta una caguachana- un hombre solo andaba por los pueblos, en bote, mostrando la imagen del Nazareno que había llegado. Sería Froilario". Los isleños lo recuerdan, bautiza a sus hijos con su nombre -Froilario Unquén Millán- y le respetan sus imposiciones fundacionales, como el haber hecho coincidir el día más importante de la celebración -el 30 de agosto- con el de Santa Rosa de Lima, la Santa Patrona de su Colegio de Propaganda Fide, en Ocopa.